Von Vegesack & Schwartz-Clauss
Diálogo Varios
Alexander von Vegesack, fundador del Domaine de Boisbuchet, conversa con su actual director, Mathias Schwartz-Clauss, en la sede de la Norman Foster Foundation en Madrid.
Alexander von Vegesack nunca pensó en dedicarse al diseño, pero fue coleccionista desde pequeño. Fue el fundador del Vitra Design Museum, fabricante con el que trabajó durante gran parte de su trayectoria. Su vida, marcada por una infancia en la Alemania de posguerra, estuvo siempre relacionada con la convivencia y el trabajo en común, por lo que no es raro que todas sus ambiciones cristalizasen en el Domaine de Boisbuchet: un castillo en el sudoeste de Francia que reúne cada año a artistas, diseñadores y arquitectos en talleres multidisciplinares.
Estos talleres, reconocidos internacionalmente no sólo por los asistentes, sino por el alto nivel de sus ponentes, son sólo parte de una experiencia que incluye la estrecha convivencia y la íntima relación con la naturaleza. Mathias Schwartz-Clauss es el director de estos talleres desde 2013, y nos ayuda en estas líneas a trazar los orígenes de este ambicioso proyecto.
Mathias Schwartz-Clauss: Me gustaría empezar la conversación hablando del futuro en lugar del pasado. ¿Estás preocupado por tu legado? ¿Con lo que pueda pasar con Boisbuchet en 10 o 20 años? ¿Estás satisfecho con lo que hemos conseguido hasta el momento?
Alexander von Vegesack: Ni en el pasado ni en el futuro, prefiero pensar en el presente. Y lo que puedo hacer ahora para que Boisbuchet siga en el futuro. Pero lo que ocurrirá entonces ya está en manos de gente más joven, como tú mismo. Cambiará mucho y lo único que es constante en la vida es el cambio.
MSC: De acuerdo, pero si miras hacia el futuro y al mismo tiempo al pasado, desde tu infancia, ¿cuáles dirías que han sido los acontecimientos más importantes que te llevaron a este proyecto? Porque para mí, eso sería como un catálogo de tu trabajo.
«La curiosidad constante ha sido el hilo conductor de mi vida, y de ella deriva la base de lo que hoy hacemos»
MSC: Es interesante que menciones los experimentos sociales, me parece que la forma en la que vivías y trabajabas en la fábrica en Hamburgo se ha convertido en un aspecto importante de cómo estamos haciendo las cosas en Boisbuchet que, poco a poco se está convirtiendo en una comunidad.
AVV: Para mí, está muy relacionado con la comunidad que se forma en una pequeña familia o en un internado. Dieciséis personas en la misma habitación haciéndolo todo juntos creaban un sistema con el que me siento vinculado hasta hoy. Desde entonces todos los proyectos que han venido después los hice con amigos, viviendo juntos, trabajando juntos, asumiendo riesgos juntos…
MSC: Düsseldorf es un ejemplo de tu trabajo en general que es, a fin de cuentas, contar una historia a través de un objeto, contextualizándolo para crear una historia mayor. A veces inventas partes del relato para crear una nueva realidad a cada objeto.
AVV: Es verdad, pero es que no he terminado de contarte todo: años después fue a través de los mercados callejeros como seguí mi búsqueda de objetos. Podías encontrar cualquier cosa, y lo más interesante eran las historias que había detrás de cada una de ellas. Podías encontrar el mismo objeto 50 metros más abajo, y el tendero te contaría otra historia totalmente diferente. Continué haciendo esto en Holanda y luego en Francia… y siempre me interesó aprender no sólo del objeto, sino también de las personas que había detrás de ellos, quiénes eran y cómo hacían su negocio. Muchas veces se inventaban historias, pero siempre quedaba parte de realidad en el fondo. Así que creo que yo heredé parte de eso.
«Siempre me interesó aprender no sólo de los objetos, sino también de las personas que había detrás de ellos»
MSC: Así que llamaste a la familia.
AVV: Así es, llamé y me cogió un hombre muy extrañado. Le di el pésame, le expliqué quién era y qué quería, pero pronto me interrumpió para decirme que él era Billy Wilder, y que no, no estaba muerto. Me preguntó si tenía papel y boli y me dictó una dirección para que acudiese. Fue así como nos conocimos y acabamos siendo buenos amigos. Una de las primeras cosas que hizo fue presentarme a Ray Eames, que me ayudó mucho en los principios de Boisbuchet porque, entre otras muchas cosas, fue la que me puso en contacto con Rolf Fehlbaum, director de Vitra, con quien trabajé durante muchos años.