Hace 50 años, Monsieur Saint Laurent se enamoró de la paz, la luz y los colores que irradiaba la ciudad de Marrakech. Allí compró una casa donde residía largas temporadas y se inspiraba para crear sus colecciones. Estas sensaciones, tan importantes en su obra, se reflejan en la materialidad del nuevo museo a través de la fachada de ladrillo, sus interiores en penumbra y la presencia de agua. Sala tras sala vamos descubriendo muchas de las icónicas piezas donadas por la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent. Además, el edificio cuenta con espacios para la conservación y restauración de piezas,  biblioteca, cafetería, salón de actos y jardín al aire libre. Un lugar que invita a reencontrarse con la estética marroquí desde el particular punto de vista del genio francés.